Torres de Hanoi

Se trata de un rompecabezas o juego matemático inventado en 1883 por el matemático francés Édouard Lucas. Se trata de un juego de ocho discos de radio creciente que se apilan insertándose en una de las tres estacas de un tablero. El objetivo del juego es crear la pila en otra de las estacas siguiendo ciertas reglas.
En las instrucciones que acompañaban al juego original, Edouard Lucas incluía una breve referencia a una leyenda relacionada con los brahmanes de Benarés (India) y sus templos y que está considerada la ciudad más antigua del mundo.
En 1884, Henri de Parville “desarrolló” la leyenda de las torres de Hanoi en un artículo publicado en La Nature:

LEYENDA DE LAS TORRES DE HANOI

En el gran templo de Benarés, debajo de la cúpula que marca el centro del mundo, yace una base de bronce, en donde se encuentran acomodadas tres agujas de diamante, cada una del grueso del cuerpo de una abeja y de una altura de 50 cm aproximadamente.

En una de estas agujas, Dios, en el momento de la Creación, colocó sesenta y cuatro discos de oro, el mayor sobre la base de bronce y el resto de menor tamaño conforme se va ascendiendo.

Día y noche, incesantemente, los sacerdotes del templo se turnan en el trabajo de mover los discos de una aguja a otra de acuerdo con las leyes impuestas e inmutables de Brahma, que requieren que siempre haya algún sacerdote trabajando, que no muevan más de un disco a la vez y que deben colocar cada disco en alguna de las agujas de modo que no cubra a un disco de radio menor.

Cuando los sesenta y cuatro discos hayan sido transferidos de la aguja en la que Dios los colocó en el momento de la Creación a otra aguja, el templo y los brahmanes se convertirán en polvo y, junto con ellos, el mundo desaparecerá».

De ahí que a “Las Torres de Hanoi” también se le conozca como “Las torres de Brahma” o “El problema del fin del mundo”.
Según esta leyenda, ¿cuánto tiempo durará el mundo?
Teniendo en cuenta que Brahma colocó 64 discos, el número de movimientos es igual a 264 -1 = 18.446.744.073.709.551.615
Es decir, si los monjes movieran una pieza cada segundo, sin equivocarse, tardarían 84.942.417.352 años.